jueves, 13 de febrero de 2014

EL TABACO Y LOS PEINES

Hoy os cuento esta historia:

"Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello, negro, largo, como hebras brillantes salidas de sus ruecas. Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre dientes una pipa vacía. No le llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco.

Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntase que podría regalar a su marido. Y, además, con que dinero. Una idea cruzó su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero al decidirse, todo su cuerpo se estremeció de gozo, vendería su pelo para comprarle tabaco. Ya imaginaba a su marido en la plaza, sentado ante sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa: aromas de incienso y jazmín darían al dueño del puestecillo la solemnidad y el prestigio de un verdadero comerciante.

Solo obtuvo por su bello pelo unas cuantas monedas, pero eligió con cuidado el mas fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba el sacrificio de su pelo.

Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar tras vender su pipa".

Esta historia no es mía, la sacamos de un libro (no me acuerdo cual) cuando elaboramos un libro de la vida de mis padres en sus Bodas de Plata.

Felíz día.

Posdata: si alguien sabe quien es el autor de esta historia tan bonita que, por favor, me lo diga.

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